las mejores cosas de la vida son gratis: Vivir: Vivir es lo que hacemos en el transcurso de nuestra vida, recorremos caminos inhóspitos y oscuros, bellos y cálidos, todo en un curso que no...
Via: http://cristyportera.blogspot.com.es/
El Caballero del tiempo perdido
domingo, 2 de febrero de 2014
jueves, 20 de diciembre de 2012
Cuando funciona el mecanismo
En ocasiones hace falta parar unos minutos para poder escuchar como todo gira perfectamente, como cuando un reloj se acerca al oído y se escucha el sonido de las piezas girando, un reloj que suena significa que todo va bien, que cada componente se mueve correctamente en interacción con el resto de las piezas. Muchas veces no oímos el funcionamiento, incluso no entendemos el mismo. Pero siempre queda aquellos momentos de silencio en los que se escucha girar las piezas y entonces saber que todo va como debe de ser.
El Caballero del Tiempo Perdido.
El Caballero del Tiempo Perdido.
jueves, 14 de junio de 2012
Largo camino...
Cumpliendo con mi oficio
piedra con piedra, pluma a pluma,
pasa el invierno y deja
sitios abandonados,
habitaciones muertas:
yo trabajo y trabajo,
debo substituir
tantos olvidos,
llenar de pan las tinieblas,
fundar otra vez la esperanza.
A mis obligaciones - Pablo Neruda
Largo camino recorremos en muchas ocasiones no somos conscientes de hacia donde vamos y en otras ocasiones olvidamos de donde venimos. Y mientras mas tiempo transcurre mas trabajo nos cuesta pararnos a pensar todo el recorrido, cada vez menos contamos historias del pasado, cada vez cuesta más mantener los sueños que tuvimos algún día, con suerte no acabamos abandonando nuestros sueños pero los guardamos en una caja y cada vez los alejamos más.
Eternos viajeros vagamos sin rumbo hacia lo desconocido, flirteamos con lo oscuro y lo prohibido, salimos airosos y después lo contamos cual increíble hazaña. A veces el camino es llano, otras veces empedrado pero siempre es camino y siempre tiene un final. ¿Y cómo esperas que sea el final de tu camino? Quizas no te lo hayas planteado nunca, yo en cambio lo tengo muy claro, y hasta entonces...
lunes, 16 de enero de 2012
El Programador
Todo tiene un origen, aunque puede que estemos muy lejos de conocerlo o entenderlo. Todos llevamos tareas a cabo, algunos se preocupan de la suya otros sin embargo se preocupan de varias. Estas tareas pueden ser simples, tan sencilla como una cita, limpiar la casa, ver la tele, etc.
Sin embargo hay otro tipo, las complejas, desde esas que se pueden componer de varias tareas simples hasta aquellas que por su complejidad solo podemos intentar llevarlas a cabo fraccionando la tarea en sí en espacios de tiempo mas pequeños que podamos abordar.
Y es que en eso consiste programar, un buen programador no te contesta "eso no se puede hacer" te dice necesito tiempo para hacerlo, no dice "eso no sé" sino que tiene que encontrar la forma de realizarlo. El Programador siempre encuentra la forma, solo necesita Tiempo, no le importa perder una comida ni perder horas de sueño. Un Programador siempre tiene una vista distinta de la realidad, donde otros ven números ellos ven código, donde otros ven palabras ellos ven letras y saben que cada letra puede ser una variable. Un programador no ve una silla, ve cada pieza por separado dentro de un conjunto que se denomina silla, quien dice silla dice coche, ordenador, relación, entorno.
¿Dónde está el límite de un programador? Ese límite está en su mente. ¿Que ocurre cuando un programador satura su mente? Lo mismo ocurre cuando saturas un procesador. Primero responde con retardo, luego pierde paquetes, más tarde se ausenta y no puede seguir el hilo de los procesos. Finalmente la temperatura aumenta.
Todos y cada uno de nosotros lleva un programador dentro, mejor o peor pero todos uno. Se encarga de que lleguemos a tiempo a trabajar, planificar un viaje, conseguir un objetivo, etc.
La ambición de todo programador es controlar que todos los procesos ocurran tal y como desea, esa ambición es controlar el código fuente, muchas veces hay que estudiar el lenguaje de ese código otras sin embargo ya sabemos interpretar cada linea. El programador que tenga la habilidad de descifrar ese código fuente no tendrá la capacidad controlar todos los códigos, pero quizás no le haga falta nada más que controlar la parte que le concierne.
Sin embargo hay otro tipo, las complejas, desde esas que se pueden componer de varias tareas simples hasta aquellas que por su complejidad solo podemos intentar llevarlas a cabo fraccionando la tarea en sí en espacios de tiempo mas pequeños que podamos abordar.
Y es que en eso consiste programar, un buen programador no te contesta "eso no se puede hacer" te dice necesito tiempo para hacerlo, no dice "eso no sé" sino que tiene que encontrar la forma de realizarlo. El Programador siempre encuentra la forma, solo necesita Tiempo, no le importa perder una comida ni perder horas de sueño. Un Programador siempre tiene una vista distinta de la realidad, donde otros ven números ellos ven código, donde otros ven palabras ellos ven letras y saben que cada letra puede ser una variable. Un programador no ve una silla, ve cada pieza por separado dentro de un conjunto que se denomina silla, quien dice silla dice coche, ordenador, relación, entorno.
¿Dónde está el límite de un programador? Ese límite está en su mente. ¿Que ocurre cuando un programador satura su mente? Lo mismo ocurre cuando saturas un procesador. Primero responde con retardo, luego pierde paquetes, más tarde se ausenta y no puede seguir el hilo de los procesos. Finalmente la temperatura aumenta.
Todos y cada uno de nosotros lleva un programador dentro, mejor o peor pero todos uno. Se encarga de que lleguemos a tiempo a trabajar, planificar un viaje, conseguir un objetivo, etc.
La ambición de todo programador es controlar que todos los procesos ocurran tal y como desea, esa ambición es controlar el código fuente, muchas veces hay que estudiar el lenguaje de ese código otras sin embargo ya sabemos interpretar cada linea. El programador que tenga la habilidad de descifrar ese código fuente no tendrá la capacidad controlar todos los códigos, pero quizás no le haga falta nada más que controlar la parte que le concierne.
El Caballero del Tiempo Perdido
viernes, 23 de septiembre de 2011
La Princesa que no fué Azul.
Cuenta la leyenda que en un reino lejano, existía una singular princesa que, no era hermosa ni esbelta pero encandilaba a todos los hombres.
Un mal día se cruzó con un apuesto caballero, señor noble que luchaba por y para sus tierras. La arpía princesa no tardó mucho en fijarse en él, sin saber cómo lo atrajo hasta sus brazos con sus estratagemas y engaños.
El caballero cegado de ese modo, pidió la mano de la princesa quién le rechazó. Que gran hazaña has realizado para merecer mi amor, le dijo. El caballero pensando que todas sus hazañas podrían ser poco para merecer una princesa, salio a batalla.
Conquisto las tierras que ella deseaba y se las regaló, ella con un alarde de grandeza le dijo, no es suficiente.
La agasajo con regalos de todo tipo, traídos de los rincones más escondidos, tampoco fue suficiente.
Le construyó altares y partió junto a ella en grandes viajes, pero no fue suficiente.
Pasaron tres largos años, y el caballero desilusionado, destrozado, ya no sabía que más hacer. Le había dado todo y no era suficiente. El pueblo comenzó a burlarse de él. Dejó todo lo que tenía, partió solo hacia un lugar muy lejano y ella no volvió a saber más de él.
La princesa se casó poco después con el siguiente caballero que se cruzó.
El caballero después de sus exóticos viajes, de la locura y del dolor, un buen día conoció a una dama. Ella era bella, tierna, delicada, atenta, tímida. Pero todavía recordaba el daño que le habían hecho, por lo que espero a estar seguro de lo que ella sentía antes de declararle sus intenciones. La dama y el caballero siguen amándose lo mismo a día de hoy.
El caballero solo se cruzaría con la princesa una vez más, él llego en su estupendo corcel al castillo donde ella moraba, por asuntos de batalla por la cual habían enviado a un mensajero comunicarle la necesidad de su presencia. La reacción fue extraña, ella ni si quiera fue capaz de encajar palabra, el la miró y no sintiendo nada más que absoluta indiferencia arregló sus asuntos y se marchó...
Un mal día se cruzó con un apuesto caballero, señor noble que luchaba por y para sus tierras. La arpía princesa no tardó mucho en fijarse en él, sin saber cómo lo atrajo hasta sus brazos con sus estratagemas y engaños.
El caballero cegado de ese modo, pidió la mano de la princesa quién le rechazó. Que gran hazaña has realizado para merecer mi amor, le dijo. El caballero pensando que todas sus hazañas podrían ser poco para merecer una princesa, salio a batalla.
Conquisto las tierras que ella deseaba y se las regaló, ella con un alarde de grandeza le dijo, no es suficiente.
La agasajo con regalos de todo tipo, traídos de los rincones más escondidos, tampoco fue suficiente.
Le construyó altares y partió junto a ella en grandes viajes, pero no fue suficiente.
Pasaron tres largos años, y el caballero desilusionado, destrozado, ya no sabía que más hacer. Le había dado todo y no era suficiente. El pueblo comenzó a burlarse de él. Dejó todo lo que tenía, partió solo hacia un lugar muy lejano y ella no volvió a saber más de él.
La princesa se casó poco después con el siguiente caballero que se cruzó.
El caballero después de sus exóticos viajes, de la locura y del dolor, un buen día conoció a una dama. Ella era bella, tierna, delicada, atenta, tímida. Pero todavía recordaba el daño que le habían hecho, por lo que espero a estar seguro de lo que ella sentía antes de declararle sus intenciones. La dama y el caballero siguen amándose lo mismo a día de hoy.
El caballero solo se cruzaría con la princesa una vez más, él llego en su estupendo corcel al castillo donde ella moraba, por asuntos de batalla por la cual habían enviado a un mensajero comunicarle la necesidad de su presencia. La reacción fue extraña, ella ni si quiera fue capaz de encajar palabra, el la miró y no sintiendo nada más que absoluta indiferencia arregló sus asuntos y se marchó...
El Caballero del Tiempo Perdido.
martes, 30 de agosto de 2011
El Enfermo Azul
A veces la cosa más pequeña nos hace enfermar, una minúscula bacteria entorpece el complejo funcionamiento de nuestro cuerpo. Y qué hacer? Nada, estar demasiado ocupado es la mejor cura.
Pero hasta qué punto uno está enfermo? Dónde se encuentra la realidad entre los cuarenta grados de fiebre? Como distinguir la ilusión creada por nuestra fatigada mente de una realidad que a veces no parece tan real?
Hay millones de enfermedades, aún mayor número de enfermos a diario, unas tienen cura otras las arrastramos a lo largo de nuestra vida. Unas son triviales, otras cambian el transcurso de nuestra vida. Creo que cada persona tiene una enfermedad, la Enfermedad Azul es la mía (entre otras cuantas xD), los síntomas son: no soñar por tener todo lo que se desea despierto, no sentarse a esperar que otros empiecen, ver en al menos tres direcciones distintas para elegir la acertada, cambiar mis años por fichas y apostarlo todo por una persona con total seguridad, hablarle de todo a mi mismo, velar por las personas cercanas, dedicación completa a mis labores, infravalorar el dinero, romper a diario la monotonía, investigar cosas nuevas, recordar cosas viejas, complacer la vista, dar un capricho siempre que se crea justo, etc...
Que haría si alguien me ofreciera una pastilla para curar mi enfermedad? Seguramente desecharla u ofrecérsela a mi mayor enemigo. Por qué? Pues porque como he dicho antes cada minúscula cosa puede influir en el comportamiento de otra más compleja. A veces no nos queda más que aceptar la enfermedad para no perder la vida lidiando con ella....
Pero hasta qué punto uno está enfermo? Dónde se encuentra la realidad entre los cuarenta grados de fiebre? Como distinguir la ilusión creada por nuestra fatigada mente de una realidad que a veces no parece tan real?
Hay millones de enfermedades, aún mayor número de enfermos a diario, unas tienen cura otras las arrastramos a lo largo de nuestra vida. Unas son triviales, otras cambian el transcurso de nuestra vida. Creo que cada persona tiene una enfermedad, la Enfermedad Azul es la mía (entre otras cuantas xD), los síntomas son: no soñar por tener todo lo que se desea despierto, no sentarse a esperar que otros empiecen, ver en al menos tres direcciones distintas para elegir la acertada, cambiar mis años por fichas y apostarlo todo por una persona con total seguridad, hablarle de todo a mi mismo, velar por las personas cercanas, dedicación completa a mis labores, infravalorar el dinero, romper a diario la monotonía, investigar cosas nuevas, recordar cosas viejas, complacer la vista, dar un capricho siempre que se crea justo, etc...
Que haría si alguien me ofreciera una pastilla para curar mi enfermedad? Seguramente desecharla u ofrecérsela a mi mayor enemigo. Por qué? Pues porque como he dicho antes cada minúscula cosa puede influir en el comportamiento de otra más compleja. A veces no nos queda más que aceptar la enfermedad para no perder la vida lidiando con ella....
El Caballero del Tiempo Perdido.
viernes, 22 de julio de 2011
La Manzana Azul.
Un niño que siempre sintió una espacial admiración por la guitarra y la infinidad de combinaciones de las notas que hay en ella. Contra todo lo que le ordenaban, llegado el día decidió que necesitaba seguir ese camino, por lo que ahorró durante todo un año y salió a la calle con todo el dinero en el bolsillo hasta que paso por un escaparate del centro con su mejor amigo y la vio, tímidamente pregunto el precio de ella, como no tenía para todo se llevó solamente la guitarra. Ese niño ese día se convirtió en adolescente.
Un adolescente inquieto que no quería perderse nada en la vida, a todas horas formándose en lo que le gustaba, estudiando temas y temas de una materia que nadie valoraba. Hasta que llegó el momento que necesitó una ocupación laboral que lo mantuviera. La música había sido una inversión poco rentable, pero aún así el adolescente siguió tocando por bares perdidos entre las carreteras. Un buen día iba con sus dos mejores amigos y recibió una llamada para una entrevista de trabajo de lo que le gustaba. Ese adolescente se fue a la capital con sus mejor camisa y zapatos nuevos y volvió con el trabajo que deseaba. Ese adolescente ese día se convirtió en joven.
Un joven que paso años dedicado a sus dos aficiones por igual, una de ellas destacaba por si solo, la gente siempre lo llamaba para consultarle o pedirle ayuda. La otra que necesitaba de más personas, por momentos iba bien, otras veces no iba nada. Por lo que cada vez fue perdiendo toda la ilusión de aquel adolescente que quería comerse el mundo. Hasta el momento que ya tocaba como una tarea más sin expresar lo que sentía, pero las casualidades son algo inesperado que nos encauza por el camino que deseamos seguir pero a veces nos cuesta encontrar. Un día ese joven acabó en una casa que no era la suya, con su guitarra aunque no se la había llevado para él mismo, y una mujer. Ese joven empezó a tocar notas al azar según sentía como llevaba años sin conseguir. Ese joven se convirtió ese día se convirtió en hombre.
Un hombre tranquilo con la experiencia de todos sus años, su propia filosofía, y todo el trabajo realizado hasta el momento. Ese hombre decidió unir sus dos grandes aficiones la música y la informática para así conseguir poder reflejar su trabajo, sin intención alguna de que se difunda solo por descargar en un sitio parte de él mismo. Y así nació el proyecto de La Manzana Azul.
La Manzana Azul, concretamente nació el martes 8 de este año después de un buen fin de semana donde apareció una ilusión que ya se creía perdida. Y aunque el proceso sea lento la linea a seguir es esa. La Manzana Azul será un proyecto propio, puede que egoísta por mi parte por no querer depender de nadie pero no con ello quiero decir que no vaya a tener colaboraciones sino que el rumbo y las decisiones van a ser mías. Ahora que todo se asienta y tengo tiempo es el momento...
Un adolescente inquieto que no quería perderse nada en la vida, a todas horas formándose en lo que le gustaba, estudiando temas y temas de una materia que nadie valoraba. Hasta que llegó el momento que necesitó una ocupación laboral que lo mantuviera. La música había sido una inversión poco rentable, pero aún así el adolescente siguió tocando por bares perdidos entre las carreteras. Un buen día iba con sus dos mejores amigos y recibió una llamada para una entrevista de trabajo de lo que le gustaba. Ese adolescente se fue a la capital con sus mejor camisa y zapatos nuevos y volvió con el trabajo que deseaba. Ese adolescente ese día se convirtió en joven.
Un joven que paso años dedicado a sus dos aficiones por igual, una de ellas destacaba por si solo, la gente siempre lo llamaba para consultarle o pedirle ayuda. La otra que necesitaba de más personas, por momentos iba bien, otras veces no iba nada. Por lo que cada vez fue perdiendo toda la ilusión de aquel adolescente que quería comerse el mundo. Hasta el momento que ya tocaba como una tarea más sin expresar lo que sentía, pero las casualidades son algo inesperado que nos encauza por el camino que deseamos seguir pero a veces nos cuesta encontrar. Un día ese joven acabó en una casa que no era la suya, con su guitarra aunque no se la había llevado para él mismo, y una mujer. Ese joven empezó a tocar notas al azar según sentía como llevaba años sin conseguir. Ese joven se convirtió ese día se convirtió en hombre.
Un hombre tranquilo con la experiencia de todos sus años, su propia filosofía, y todo el trabajo realizado hasta el momento. Ese hombre decidió unir sus dos grandes aficiones la música y la informática para así conseguir poder reflejar su trabajo, sin intención alguna de que se difunda solo por descargar en un sitio parte de él mismo. Y así nació el proyecto de La Manzana Azul.
La Manzana Azul, concretamente nació el martes 8 de este año después de un buen fin de semana donde apareció una ilusión que ya se creía perdida. Y aunque el proceso sea lento la linea a seguir es esa. La Manzana Azul será un proyecto propio, puede que egoísta por mi parte por no querer depender de nadie pero no con ello quiero decir que no vaya a tener colaboraciones sino que el rumbo y las decisiones van a ser mías. Ahora que todo se asienta y tengo tiempo es el momento...
El Caballero del Tiempo Perdido.
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