martes, 2 de noviembre de 2010

Justicia poética.

n una tierra lejana, vivían dos jovenes aldeanos, cada uno tenía la misma cantidad de terreno e intentaban construir la casa más grande de la aldea. Para ello compraron los mismos materiales, trabajaron las mismas horas. Uno era noble, creativo e imaginativo, el otro en cambio era envidioso, egoísta y manipulador.

El aldeano noble tenía todo tipo de detalles en la construcción de su casa, buscaba comodidad y exclusividad. El envidioso por otro lado, no seguía ningun orden, varias veces derrumbo las paredes sin saber seguro lo que deseaba. Corroído al ver como íba la construcción de su vecino, espero hasta la noche, y con sus propias piedras destruyó todo el trabajo realizado por el aldeano noble.

Al día siguiente, al llegar al lugar, el aldeano observó el destrozo y sin abrir la boca empezó de nuevo a levantar la casa, siempre siguiendo los mismos pasos con los mismos detalles. Al tiempo, el aldeano envidioso volvió a derrumbar todo, y así hasta siete veces. La reacción del noble siempre erá la misma, empezaba de nuevo una y otra vez, por lo que el envidioso desistió.

Pasado un año el noble terminó toda la casa, inmensa y preciosa, incluso le sobraron piedras en la construcción. En cambio la del envidioso estaba incompleta y desordenada todavía, tenia bastantes problemas para decidirse y como habia tirado tantas piedras a su vecino para derrumbar su trabajo, ahora no tenia suficientes para completar la casa.

El noble se acercó para ofrecerlas que le habían sobrado, pero el envidioso las rechazó de muy malas formas., por lo que el noble hizo una entrada y un estanque detrás.

Llegó el invierno y el fuerte temporal que azotaba la zona, una joven se apresuraba a buscar refugio preguntó al egoista le cerró la puerta en las narices. Con timidez llamó en la casa del noble quién la acogió enseguida y la sentó junto a su chimenea, le ofreció comida y la entretuvo con historias.

De repente, se escuchó un estruendo y asustada la joven preguntó que si estaban a salvo en aquel lugar. El noble aldeano asintió, para ocultar el sonido de la lluvia y el viento sacó su laúd e interpretó hasta que quedaron soñando en la tranquilidad.

Lo que ambos no sabían, es que el gran estruendo que habían oído no era más que el derrumbe de la casa del aldeano envidioso quién a causa de todas sus malas acciones se vió solo y enterrado bajo los escombros de su propio desorden.

2 comentarios:

  1. tal y como dices, la vida te dara lo que tu haya salido de ti previamente .... todo regresa! y a este aldeano envidioso le paso eso ...

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  2. jejejej, el problema es que la justicia poetica no se aplica en la realidad....xD

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